Este artículo describe la reacción del presidente de los EE.UU. frente al deterioro del clima político en la isla en 1905-1906 y explica por qué el célebre garrote rooseveltense fue manejado, excepcionalmente, con muchísima precaución, delicadeza y discreción. Evidentemente Cuba tenía para Roosevelt, el imperialista, valor de símbolo. En 1898, no había importado tanto la liberación de los cubanos oprimidos como los imperativos estratégicos de los Estados Unidos en el Nuevo Mundo. Por eso le inquietaban todos los desórdenes “hemisféricos”. En 1906, sin embargo, también se preocupaba por las repercusiones previsibles en el extranjero y en el Congrego de los EE.UU. de una nueva intervención norteamericana en el mar Caribe.
Ricard, S. (1998). La revolución confiscada: Teodoro Roosevelt y el nacimiento de la república de Cuba. Anuario de Estudios Americanos, 55 (1), pp. 61-72.