La última guerra hispano-cubana comenzó en 1895 mostrando la superioridad del ejército mambí, como lo acredita la “invasión” de las provincias occidentales de la isla por Gómez y Maceo. Sin embargo, el curso de la contienda experimentó, aunque lentamente, un giro favorable a las tropas españolas, dirigidas por el general Weyler durante los dos años siguientes, restableciéndose el dominio español en casi todo el territorio al oeste de la “trocha”. El cambio de gobierno a raíz del asesinato de Cánovas trajo como consecuencia un cambio de política —la concesión de la autonomía por Sagasta— y la sustitución de Weyler, víctima de una campaña de desprestigio en la misma España, por el general Blanco. Esto acarreó una demora en el inicio de la campaña de 1897-1898 y un cambio en el plan de operaciones, pero Blanco y su segundo Pando reanudaron la ofensiva, ahora sobre todo en Oriente y Camagüey, preparando una ya próxima victoria final. Esa victoria, sin embargo, les fue arrebatada a los generales españoles por la intervención norteamericana.
Navarro, L. (1998). 1898, la incierta victoria de Cuba. Anuario de Estudios Americanos, 55 (1), pp. 165-187.