Como intento de muestreo e interpretación de la agenda política, este texto debería inscribirse en la tradición literaria del manifiesto político. Su escritura cabalga, por decirlo de algún modo, con los acontecimientos. No intenta tanto explicarlos como provocar su irrupción. Las fechas en las que está escrito —la primera conmemoración de las grandes manifestaciones de Génova, con motivo de la cumbre del G8, y el fin de la campaña militar contra Irak, entre abril y mayo de 2003— no son meras comparsas retóricas que se añaden al prólogo para dar un cierto barniz de coyuntura a las intenciones del autor o de la autora. Estas dos fechas determinan el tiempo del libro. Su intención y su posible utilidad se encuentran en esa fase que se abre con el movimiento global a través de su expresión más característica —las contracumbres de Seattle, Praga, Génova— y la entrada en un nuevo régimen de guerra que se está consolidando como la forma hegemónica de gobierno —el trabajo coaccionado de los migrantes, la guerra global, las políticas penales, el estado de excepción latente. En este sentido, la premura y la velocidad de la argumentación, la rotundidad y los vacíos todavía sin cubrir son los mismos que se encuentran en las afirmaciones políticas de cierta radicalidad, los mismos que, con toda su debilidad, fabrican una tendencia con visos de hacerse real.
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Rodríguez, E. (2003). El gobierno imposible. Trabajo y fronteras en las metrópolis de la abundancia. Madrid: Traficantes de Sueños