El gobierno de Lula acaba de completar su primer tercio de mandato y vive un momento de crisis e indefinición. Su popularidad cae, la economía continúa enfriada y la indefinición parece ser el rasgo de su administración. Lula llegó al gobierno al frente de un partido cuya actuación siempre estuvo marcada por una contumaz oposición y por la prédica de una moral pública intachable. A pesar de esto, en la actualidad, hay carencia de mayor claridad en sus manifestaciones sobre el establecimiento de un proyecto de construcción estatal que supere el moralismo y el oposicionismo.