Con las dos bolsas del almacén en sus manos, a pocos pasos de estar afuera de ahí, Roberto Manuel Izarutto temió por lo que se avecinaba. El tiempo pareció detenerse, se dilató como en esos momentos previos a una catástrofe. La campanita que sonaba siempre que la puerta se abría no había terminado aún de tintinear, cuando de la boca del joven, al cruzarse cara a cara con él, salieron las palabras que el ex réferi temió escuchar durante veinticinco años.
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Cantalupi, M. (2015). Relativo a la eternidad de los instantes. Buenos Aires: Ministerio de Cultura de la Nación