Preocupa también, a la opinión pública, la pobreza cultural del chileno, evidenciada por múltiples manifestaciones que no es preciso hacer explícitas en esta oportunidad, y no faltan iniciativas de todo orden y nivel destinadas a paliarla o remediarla. Buenas intenciones, pero tardías e inútiles, porque no podrán jamás reparar lo que sólo la educación adecuada y en la edad en que es eficaz, puede conseguir derechamente y sin gran esfuerzo. Un joven que no ha alcanzado antes de los 20 años una satisfactoria formación, variado saber y los fundamentos de su cultura, difícilmente lo logrará en los años posteriores; porque su capacidad no será ya la misma y porque sus estudios o su trabajo distraerán sus esfuerzos y ocuparán su tiempo.
* Párrafo del texto extraído como resumen.
González, I. (1982). La cultura en nuestra educación. Anales del Instituto de Chile, 2, pp. 63-76.