En su Helena, Eurípides teoriza las dificultades de la onomástica: los nombres recubren la identidad de múltiples homónimos o bien un nombre designa muchas esencias de un mismo individuo, como ocurre con la verdadera reina de Esparta y su eídolo. Estas observaciones adquieren una significación teatral, pues un personaje como Teucro, mal integrado en la acción si se tratara del famoso arquero homérico, se insertaría en un rol muy pertinente si se reconociera en él al meteco que denuncia la parodia de los misterios de Eleusis por Alcibíades. Además, cierta tradición crítica ha distinguido trazos del joven estratega bajo la puesta en escena de la protagonista. La obra de Eurípides sugiere, de hecho, de manera esotérica, el progreso escénico de una rehabilitación y de una iniciación no solo de Helena (sobre el plano de la representación mitológica), sino también de Alcibíades (sobre el plano político). Por otra parte, el nombre y la función dramática de Teónoe están realmente demasiado cercanos a aquellos de Téano (la sacerdotisa de Eleusis citada por Plutarco como la única en haberse negado a maldecir a Alcibíades), como para que la similitud onomástica sea fortuita.
Assaël, J. (2014). Les mysteres de l\'onomastique dans l\'Helene d\'Euripide. Synthesis, 21, pp. 49-64.