Los progresos recientes en neurociencias han desembocado en problemas éticos. La neurociencia de la ética investiga los mecanismos neurales que posiblemente subyacen a los conceptos y prácticas éticas. El método científico moderno excluye de entrada todos los objetos posibles de investigación científica que no puedan ser reducidos a fenómenos sensoriales observables y mensurables. Pero la esencia del hombre no es ser-ante-los-ojos, sino “existencia”. Contrariamente a todas las otras criaturas, el ser humano se caracteriza por ser comprensor del ser. Como ser-en-el-mundo el hombre está perdido en su cotidianidad en una disipación óntica. Él escucha a su voz de la consciencia cuando lo llama a la autenticidad, es decir, hacia su potencialidad más propia y a aceptar su finitud constitutiva.
Figueroa, G. (2013). La ambiciones de la neuroética: fundar científicamente la moral. Acta Bioethica, 19(2), pp. 1-10.