Como docente en la periferia de París y ahora jubilado, he alternado este trabajo con la militancia sindical en la CNT de Francia (desde 1994). Mi ideología no es el anarquismo que suele reunir en un mismo conjunto tendencias dispares, con inevitables roces y frenos para unas y otras. Prefiero decirme anarcosindicalista, sabiendo que la conducta solidaria y de acción directa importa más que la etiqueta, tal y como se vio en la España de 1936 y se nota en la Argentina actual. Me adhiero a una meta común con los demás: la lucha contra el capitalismo y la explotación social para establecer el comunismo libertario (esto es una sociedad organizada de abajo a arriba, sin Estado ni supeditación de los trabajadores a cualquier jerarquía). Ya lo dijo mucho mejor un compañero: «Cada obrero serio es necesariamente un revolucionario socialista puesto que su emancipación no puede efectuarse sino mediante el derrocamiento de todo lo ahora existente. Esta organización de la injusticia, con todo su muestrario de leyes inicuas y de instituciones privilegiadas debe perecer o las masas obreras permanecerán condenadas a una esclavitud eterna».
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Mintz, F. (2006). Autogestión y anarcosindicalismo en la España revolucionaria. Madrid: Traficantes de Sueños.