La Educación Inclusiva abarca todas las variantes producidas por estos diferentes objetivos, niveles, sistemas y motivos. La confusión surge cuando la Educación Inclusiva se toma como un estado fijo en lugar de un proceso dinámico, como se señaló en el informe de la UNESCO sobre la Situación Actual de la Educación Especial (Hegarty, 1998). Un nivel más de complejidad implica la definición de la necesidad de educación especial. Los países pueden incluir una amplia gama de individuos en la categoría de necesidades educativas especiales, por ejemplo, niños y jóvenes refugiados, talentosos, discapacitados, y aquellos con diversas dificultades de aprendizaje y características que se traducen en bajo rendimiento educativo. A los efectos de este artículo, la definición de Educación Inclusiva deriva de la Declaración de Salamanca de 1994, ya que su desarrollo implicó un alto nivel de participación global, ofreciendo quizás la mejor definición intercultural de la educación inclusiva en acción. El principio fundamental de la Educación Inclusiva es “que todos los niños [y jóvenes] deben aprender juntos, siempre que sea posible, haciendo caso omiso de sus dificultades y diferencias”. Las escuelas que demuestren la Educación Inclusiva “deben reconocer las diferentes necesidades de sus alumnos y responder a ellas, adaptarse a los diferentes estilos y ritmos de aprendizaje de los niños [y jóvenes] y garantizar una enseñanza de calidad por medio de un programa de estudios apropiado, una buena organización escolar, una utilización atinada de los recursos y una asociación con sus comunidades. Debería ser, de hecho, una continua prestación de servicios y ayuda para satisfacer las continuas necesidades especiales que aparecen en la escuela.”
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Peters, S. (2010). Un abordaje de Educación Inclusiva para todos los niños y jóvenes en el Sur: esquema de un aporte-proceso-resultado-contexto. Archivos de Ciencias de la Educación, 4 (4), pp. 35-50.