Se produce un conflicto de intereses cuando un médico se siente indebidamente influenciado por un interés secundario (i.e., un incentivo personal) en relación con sus deberes primarios con los cuales está comprometido profesionalmente (el bienestar de los pacientes, el progreso de la ciencia o la educación de los estudiantes o residentes). Una variedad específica de conflictos de intereses ha monopolizado la atención de la prensa científica así como de la no especializada: los conflictos de intereses financieros que surgen de la relación entre médicos y compañías farmacéuticas. Una extensa literatura ha descrito las variadas maneras, a veces sutiles, por medio de las cuales un psiquiatra puede ser influenciado por sus relaciones con la industria al aconsejar hábitos, o en sus actividades de investigación. Hoy en día se puede obtener algo de evidencia empírica en esta área. Por otra parte, se ha señalado que, a veces, el actual debate sobre esta materia se ve “cargado afectivamente” o falla en considerar que los intereses de los pacientes, de sus familias y de los profesionales de la salud mental y los de la industria podrían converger. Actualmente, se está empezando a discutir acerca de otros conflictos de intereses. Existe evidencia de que la cercanía de un investigador a alguna línea de pensamiento puede influenciar los resultados de estudios al comparar diferentes técnicas psicoterapéuticas, chocando, por tanto, con el interés primario representado por el progreso de la ciencia. El compromiso político también está emergiendo como fuente de conflictos de intereses. Conflictos de intereses financieros y no financieros están muy esparcidos en la práctica y la investigación psiquiátricas. No pueden ser erradicados, pero deben ser tratados con mayor eficacia de la que se observa hoy en día.
Maj, M. (2009). Financial and non-financial conflicts of interests in psychiatry. Acta Bioethica, 15(2), pp. 1-7.