La fiesta tiene lugar en un espacio relativamente excluyente de la ciudad: cerca del río en un local rodeado de grandes avenidas, espacios verdes y muy poca edificación, y escasas líneas de ómnibus que faciliten la llegada de los que no tienen auto o dinero para taxis. Sin embargo, es notorio que una parte del público, caminando casi un kilómetro y esperando el transporte público, hace un sacrificio enorme para superar esa barrera y hacerse presente, redondeando así la composición social del evento: desde ayudantes de peluquería de la periferia hasta artistas de escenas estéticas privilegiadas, desde los que apenas cumplieron 18 años hasta los experimentados de 40 años que son una minoría considerable, destacada y destacable.
*Párrafo del texto extraído como resumen.
Gallo, G. & Semán, P. (2009). Superficies de placer: sexo, religión y música electrónica en los pliegues de la transición 1990-2010. Cuestiones de Sociología, (5-6), pp. 123-142.