Quienes tenemos algún grado de responsabilidad en la formación de los futuros docentes en el área de las Ciencias Sociales, y en particular en el de la Historia, nos debemos un trabajo con el conocimiento y los alumnos, no en términos de acumulación de datos o de información, sino apuntando a organizar espacios que den cuenta de los mecanismos de construcción de la lectura de la realidad, de las razones de elecciones, disposiciones y ubicación frente a ella. Esta determinación invita a conocer y comprender el modo en que nos posicionamos como agentes productores y producidos por las circunstancias en el escenario escolar. En este marco, nos interesaría reflexionar acerca de la representación de la objetividad con la que los alumnos ingresan a la carrera del magisterio y los posibles efectos en una futura práctica docente y, a partir de ello, avanzar en el diseño de un esbozo alternativo. En tanto, creemos que las representaciones son una forma de conocimiento altamente resistente, se transforman en un soporte significativo de la futura práctica docente y por ello, los sentidos, significados y contenidos que le otorgan a la objetividad los maestros resultan fundamentales, pues orientan la acción y la gestión con relación al mundo escolar. Es decir, se convierten, por un lado, en un criterio para la acción por lo que contiene una carga normativa y prescriptiva que señala qué hacer y cómo y, por otro lado, se constituyen en un mecanismo justificador que atraviesa la cotidianeidad.
* Párrafo del texto extraído como resumen.
García, N. (2000). La historia y la formación docente: acerca de la representación sobre la objetividad y su posible vinculación con la práctica docente. Clío & Asociados, (5), pp. 43-57.