La teoría de la correspondencia de la verdad es una de las más desprestigiadas. Ciertamente, como ha sido observado en diversas oportunidades (Pitcher 1964, Haack 1982, Prior 1967, Johnson 1992, Devitt 1988, Goldman 1986, Walker 1989), ha tenido dificultades no sólo al tratar de establecer que tipo de relación es la correspondencia sino también al investigar cuáles son los elementos que deberían integrar esa relación. En una epistemología naturalizada neurofisiológicamente debemos aceptar las restricciones impuestas por el modo en que nuestro sistema nervioso maneja las relaciones cognitivas con el mundo. Es por eso que, si una epistemología de este tipo ha de hacerse cargo de la verdad como correspondencia, la discusión sobre el tema parece renovarse. En esta oportunidad presentaremos esquemáticamente algunos intentos de explicar la relación de correspondencia, primero como correlación, y luego como congruencia. Después examinaremos la idea original de Bunge para definir la verdad como correspondencia en términos psicofisiológicos y mostraremos que acepta implícitamente la idea de correspondencia como correlación. Por sugeriremos algunas direcciones que creemos apropiadas para modificarla de modo que se adapte mejor a la evidencia empírica.
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Garay, C. (1996). Mario Bunge y la verdad como correspondencia en términos psicofisiológicos. Revista de Filosofía y Teoría Política, (31-32), pp. 168-177.