América Latina es un continente en proceso de hacerse: la matriz indígena fue germinada con la simiente occidental que llegó a través de España; y este matrimonio cultural desencadenó un movimiento de formación que, a pesar de los casi cinco siglos transcurridos desde entonces, aún no termina. Este dinamismo hace que las instituciones sociales de América Latina se nos escapen de las manos cuando intentamos asirlas con un método sincrónico. Lo que está sucediendo hoy en los países iberoamericanos sólo puede ser comprendido desde una perspectiva diacrónica, genética. Dentro de ese orden de ideas, la historia es, por excelencia, el instrumento indispensable para estudiar esta región de contornos culturales difusos, donde las cosas se van transformando día a día, para bien o para mal.
De Trazegnies Granda, F. (1990). La evolución histórica de las relaciones entre los poderes políticos y las universidades en América Latina. Boletín del Instituto Riva Agüero, Nro. 17, pp. 475-495.