Al anochecer del 16 de setiembre de 1645, en una estrecha celda del convento de Santa María Magdalena, se extingue para el mundo la vida de un humilde lego dominico que, venido de pueblos de Extremadura, había pasado veinticinco años en Lima. La noticia de su muerte se extendió rápidamente por toda la capital del virreinato, alterando la placidez habitual de la ciudad.
* Párrafo del texto extraído como resumen
Nieto Vélez, A. (1975-1976). Semblanza de San Juan Masías. Boletín del Instituto Riva Agüero, Nro. 10, pp. 247-253.