Dante contempla lo infinito a través de Beatriz, de su alma cristalina; se asoma a sus pupilas para ver el paisaje, una nave que se aleja (Parad. XVII, 41-42). De esa primera actitud de trascendencia y síntesis, la novela pastoril de Montemayor se encierra en un amor, lleno de lugares comunes, que es todo el horizonte de los enamorados.
* Párrafo del texto extraído como resumen
Oquendo, A. (1951). Sobre un tema de Montemayor. Boletín del Instituto Riva Agüero, Nro. 1, pp. 367-383.