La administración como categoría ecuménica es tan antigua como la historia de la humanidad misma. En rigor, ella nace con el hombre. Toda persona, con el sólo hecho de tener la razón, debe realizar diversas actividades para lograr resultados en su beneficio y de los suyos. En efecto. El hombre o la mujer deben administrar su hogar, su economía, su salud, su futuro, su tiempo, sus problemas y, en fin, todo lo que le signifique desarrollo. Siendo así, el hombre es, pues. un administrador por antonomasia.
Espinoza Herrera, N. (1998). La administración en el nuevo contexto de globalización y competitividad. Gestión en el Tercer Milenio, I (2), pp. 105-110