La imagen de las sociedades indígenas que habitaron las pampas rioplatenses con posterioridad al siglo XVI - y especialmente la visión acerca de su economía - ha sido objeto de una profunda revisión historiográfica y antropológica en las últimas décadas. La perspectiva que sólo se limitaba a consignar diversas formas predatorias fue reemplazada por un enfoque más amplio que reconoce la variedad y complejidad de la organización productiva. El propósito de este artículo - inscripto en ese enfoque - consiste en analizar las condiciones históricas que rodearon la incorporación y actualización de prácticas agrícolas por parte de los ranqueles durante la década de 1840, utilizando como fuente principal un texto descriptivo de las profundas transformaciones experimentadas por aquellos, redactado por el joven cautivo Santiago Avendaño y omitido en las versiones editadas de sus memorias. Luego de las gravosas derrotas sufridas en los años 30, los ranqueles lograron reconstruir su deteriorada base demográfica y económica, entre otros medios, incorporando contingentes boroganos, y con ellos ciertos manejos agrícolas de origen trasandino. La combinación de estos últimos con los tradicionales dio como resultado un conjunto flexible y diversificado que, unido a una nueva política de comensalidad consistente en la extensión fuera de sus límites normales de la reciprocidad generalizada, fue capaz de sustentar la recuperación social del grupo.
Jiménez, J. & Alioto, S. (2007). "Que ningún desgraciado muera de hambre": agricultura, reciprocidad y reelaboración de identidades entre los ranqueles en la década de 1840. Mundo Agrario, 8 (15), pp. 1-27.