Entre los añejos papeles, guardados casi al descuido, encontré mi primer poema. Tenía entonces doce años. Escurridiza como es la poesía, aquel poema durmió muchos años. La vida obligaba a dirigirse por otros caminos. Obedecí, pero ella, la poesía, había hecho su nido en mi espíritu y llegó el momento en que la urgencia irrumpió con inusitada fuerza en mis días en mis noches, hasta llegar a mis manos buscando una salida. Y así, rodeada de alumnos, a los que yo intentaba hacer que descubrieran su propia voz, sorprendida, casi aterrada, descubrí que la mía, aquella que había estado escondida y relegada entre pudorosas sensaciones, que yo guardaba como un secreto entre las grietas de mi vida. Ahora, saltando abismos, cruzando desiertos, las palabras se acomodan, se buscan unas a otras para tratar de decir lo indecible, para desplegar sus alas y volar sin miedo sobre aquellas visiones que estuvieron por siempre a mi lado, visiones que fueron mis cómplices y mis verdugos. (Otilia Navarrete)
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Navarrete, O. (2015). Poesía (completa). Lima: Edición de la autora
Páginas: 203