Uno de los logros indiscutibles de la obra de John Rawls ha sido la revitalización del concepto de igualdad en la ética y la filosofía política de los últimos años, desmonopolizándolo de las ideologías que han recorrido con mejor o peor fortuna todo el siglo xx y devolviéndolo al rigor analítico y conceptual de la filosofía. Además, con la virtud añadida de armonizar el valor de la igualdad con los valores de la libertad y la eficiencia: un esfuerzo no siempre valorado con suficiente comprensión. No hay duda, pues, de la influencia de la teoría de la justicia de Rawls en el pensamiento igualitarista actual que, de algún modo, se ha construido -y aún continúa haciéndolo- siguiendo -o bien desmarcándose de- la estela trazada por el filósofo de Harvard. En este artículo, analizo los principales debates abiertos en tomo al igualitarismo rawlsiano y apunto alguna posible orientación futura. En primer lugar, expongo los dos grandes argumentos igualitaristas en la obra de Rawls, derivados, respectivamente, de la concepción moral de la persona y de la arbitrariedad moral de las contingencias sociales y naturales de los individuos. Posteriormente, exploro los problemas de ambos argumentos insistiendo, por un lado, en la inadecuación de la personalidad moral kantiana como fundamento de una teoría igualitarista y, por otro, en la incoherencia del igualitarismo de la suerte (luck egalitarianism) como extensión igualitarista de la teoría rawlsiana. En tercer lugar, muestro que el principal problema igualitarista en la obra de Rawls proviene de una concepción de la igualdad o equidad vacía de solidaridad. Concluyo, finalmente, que a la justicia como equidad habría que contraponerle una justicia como fraternidad.
Puyol, A. (2004). La herencia igualitarista de John Rawls. Isegoría, (31), pp. 115-130