Si no estoy equivocado, nuestro acervo cultural nos hace asociar casi automáticamente a la culpa con un concepto religioso, de raigambre judeocristiana para ser más precisos, mientras que al mismo tiempo tiende a identificar la responsabilidad con una categoría eminentemente jurídica. La culpa se presenta como algo estrechamente vinculado con el pecado y la religión o, a lo sumo, con el psicoanálisis, en tanto que la responsabilidad suele circunscribirse de oficio al ámbito del derecho penal o relacionarse protocolariamente con la esfera política. Sin embargo, aunque las palabras «culpa» y «responsabilidad» no se prodiguen demasiado en los diccionarios consagrados a la ética, sí constituyen conceptos claves de la reflexión moral. Mi propósito aquí es presentarlos como dimensiones o vertientes complementarias de nuestra conciencia. Desde luego, cualquiera puede asumir una determinada responsabilidad sin sentirse culpable y, a la inversa, siempre hay quien prefiere regodearse con su sentimiento de culpabilidad sin sentirse responsable por la causa del mismo, pero lo suyo es que ambas nociones vayan de consuno y la culpa sea un síntoma de responsabilidad o que atender a las propias responsabilidades ahuyente cualquier asomo de culpabilidad por nuestra parte.
Aramayo, R. (2003). Culpa y responsabilidad como vertientes de la conciencia moral. Isegoría, (29), pp. 15-34