Comienzo examinando algunas pistas, en gran medida falsas, que se han seguido desde los griegos para definir la naturaleza de la ciudadanía científica en una democracia. Sin embargo, el linaje que va desde Platón al positivismo proporciona un contexto útil para entender la evolución de la concepción moderna de conocimiento experto y de los diferentes problemas que éste plantea a las democracias modernas. Estos problemas giran en torno a las cuestiones de la institucionalización —en concreto, a cómo diseñar instituciones que respeten la idea de conocimiento como un principio de orden social sin caer en el gobierno del conocimiento experto—. Después de analizar dos recientes propuestas alemanas que siguen estas líneas, defiendo la institucionalización de las «conferencias de consenso», o jurados de ciudadanos. Finalmente, considero alguna de las implicaciones epistemológicas sociales más generales del papel del «ciudadano científico».
Fuller, S. (2003). La ciencia de la ciudadanía: más allá de la necesidad de expertos. Isegoría, (28), pp. 33-53