Hubo pensadores que supieron leer en su tiempo signos de la catástrofe venidera. No eran profetas sino finos analistas. Nos referimos a Rosenzweig, Benjamin y Kafka. Rosenzweig denunció en el "idealismo" de la filosofía que viene desde Jonia y llega hasta Jena la tendencia a un totalitarismo que la convertía en potencialmente en una "ontología de la guerra". Benjamin dejó constancia de la ambigüedad radical del concepto de progreso, tan fundamental para el pensamiento ilustrado. La barbarie, en general, y el fascismo, en particular, no son lo opuesto al progreso sino una de sus posibilidades. Esa fatal posibilidad es, para la víctima, la norma. Kafka capta anticipadamente la reducción fascista del hombre a nuda vida en la recurrente animalización de sus personajes, así como la negación del otro en sus personajes víctimas de la incomunicación.
Mate, R. (2000). Los avisadores del fuego: Rosenzweig, Benjamin, Kafka. Isegoría, (23), pp. 45-67