«Los españoles -afirmaba José Ortega y Gasset en lúcida sentencia- hemos pasado de querer ser demasiado a demasiado no querer ser». Y llevaba razón en el diagnóstico de esa empecinada voluntad de anonimato, de la que forma parte el inveterado empeño de jamás valorar una tradición nacida y crecida en nuestro suelo, rumiada, escrita y leída en nuestro idioma. «Que inventen ellos» -sigue siendo la acomplejada máxima-.
Cortina, A. (1997). Una ética estructurista del carácter y la felicidad (Perfil zubiriano y aristotélico de la ética de Aranguren). Isegoría, (15), pp. 93-107