La modernidad no ha podido dar respuesta al problema de la contingencia histórica. El texto muestra, por medio de metáforas, que el abandono necesario de esta cuestión no significa que estemos abocados al relativismo respecto a la contingencia existencial. La contingencia existencial, individual, sigue presente en la vida de todo individuo. Se sostiene que podemos dar un destino a nuestras vidas, y ésta es la tarea principal del filósofo.
Heller, A. (1991). De la contingencia al destino. Isegoría, (4), pp. 5-19